“Gran multitud de los judíos supieron entonces que él estaba allí, y vinieron, no solamente por causa de Jesús, sino también para ver a Lázaro, a quien había resucitado de los muertos. Pero los PRINCIPALES SACERDOTES acordaron dar muerte también a Lázaro, porque a causa de él muchos de los judíos se apartaban y creían en Jesús.”
Juan 12:9-11 – Versión Reina Valera 1960

La Biblia de Jerusalén 1976 nos dice lo siguiente:

“Los SUMOS SACERDOTES decidieron dar muerte también a Lázaro,”
Juan 12:10

En tiempos de Jesús, había dos sumos sacerdotes:

“y siendo sumos sacerdotes Anás y Caifás, vino palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto.”
Lucas 3:2

Ahora podemos poner nombre a los sumos sacerdotes que querían matar a Jesús y a Lázaro . . .

“Pero Anás y Caifás acordaron dar muerte también a Lázaro, porque a causa de él muchos de los judíos se apartaban y creían en Jesús.”

Ahora viene lo bueno . . .

“Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez. Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquél, lleno de llagas”
Lucas 16:19 y 20

Aquí encontramos a dos personas: Lázaro (¿de qué nos suena este nombre? ¿es una coincidencia?), un hombre pobre con lepra (lleno de llagas) y un hombre rico vestido de purpura y de lino fino que podía permitirse el lujo de hacer banquetes cada día.

Las personas que estaban presentes cuando Jesús contó esta historia NO tendrían ninguna duda de quién era el hombre rico: el sumo sacerdote, CAIFÁS. El sumo sacerdote vestía con el color purpura y con lino fino (Ex. 28:4-8; 39:27).

Las personas que estaban presentes cuando Jesús contó esta historia tampoco tendrían ninguna duda de quién era el hombre pobre con lepra: LÁZARO (el hermano de Marta y María).

“Seis días antes de la pascua, vino Jesús a Betania, donde estaba Lázaro, el que había estado muerto, y a quien había resucitado de los muertos. Y le hicieron allí una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban sentados a la mesa con él. Entonces María tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y los enjugó con sus cabellos; y la casa se llenó del olor del perfume. Y dijo uno de sus discípulos, Judas Iscariote hijo de Simón, el que le había de entregar: ¿Por qué no fue este perfume vendido por trescientos denarios, y dado a los pobres?”
Juan 12:1-5

“Y estando Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso, vino a él una mujer, con un vaso de alabastro de perfume de gran precio, y lo derramó sobre la cabeza de él, estando sentado a la mesa. Al ver esto, los discípulos se enojaron, diciendo: ¿Para qué este desperdicio? Porque esto podía haberse vendido a gran precio, y haberse dado a los pobres.”
Mateo 26:6-9

En Juan 12:1-5 y en Mateo 26:6-9 encontramos la MISMA historia, pero contada por Juan y contada por Mateo, Mateo nos dice que Jesús estaba en casa de Simón el leproso, pero Juan nos dice que era la casa de Lázaro, por tanto, podemos deducir que Lázaro también se llamaba Simón, Simón Lázaro y había tenido lepra.

“Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez. Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquél, lleno de llagas, y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas. Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama. Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado. Además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá. Entonces le dijo: Te ruego, pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les testifique, a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento. Y Abraham le dijo: A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos. El entonces dijo: No, padre Abraham; pero si alguno fuere a ellos de entre los muertos, se arrepentirán. Mas Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos.”
Lucas 16:19-31

Y hemos visto que en tiempos de Jesús había DOS sumos sacerdotes, Anás y Caifás, Anás era el suegro del sumo sacerdote Caifás:

“Entonces la compañía de soldados, el tribuno y los alguaciles de los judíos, prendieron a Jesús y le ataron, y le llevaron primeramente a Anás; porque era suegro de Caifás, que era sumo sacerdote aquel año.”
Juan 18:12 y 13

En la historia que Jesús contó, el hombre rico dice que tiene CINCO hermanos, ¿cuántos hijos tuvo Anás? ¡CINCO! Leamos lo que el historiador Flavio Josefo nos dice de Anás:

“De este Anán el más antiguo de la familia se cuenta que fue sumamente afortunado, puesto que tuvo cinco hijos y todos ellos casualmente alcanzaron el rango de Sumos Sacerdotes de Dios, después de haber disfrutado también él mismo de igual honor durante muchísimo tiempo en fechas anteriores, suerte que no había tenido ninguno de nuestros Sumos Sacerdotes.”
Antigüedades Judías – Libro XX

En la historia que nos cuenta Jesús, el hombre rico (Caifás) dice que tiene CINCO hermanos que necesitan que alguien les predique, pero Abraham le dice que ya tienen a Moisés y a los profetas, es decir, los hijos de Anás tenían la Ley y tenían los profetas, es decir, tenían las Escrituras y Abraham le dice a continuación:

“Si NO oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos.”
Lucas 19:31

Jesús demostró sus palabras proféticas LEVANTANDO A LÁZARO DE LOS MUERTOS, ¡LÁZARO RESUCITÓ! y aun así, los sumos sacerdotes, no solamente querían matar a Jesús, también querían matar a Lázaro. Incluso resucitando a Lázaro de los muertos, los sumos sacerdotes no se dejaron persuadir, no quisieron poner su fe en Jesucristo.

Jesús con esta historia nos está diciendo que Caifás y sus cinco hermanos son corruptos, tienen la Ley de Moisés, tienen los profetas, tienen los mandamientos, pero por NO creer en Él, están dirigiendo sus pasos a un lugar de tormento. Lázaro era pobre y estaba enfermo, sin embargo, halló amor, misericordia, gracia y consuelo.

CONCLUSIÓN: LÁZARO ESTANDO MUERTO FUE CONSOLADO Y FUE VIVIFICADO POR CRISTO, MIENTRAS QUE LOS SUMOS SACERDOTES SE ENCONTRABAN EN UN LUGAR DE TORMENTO PORQUE ESTABAN MUERTOS SIN CRISTO JESÚS

“. . . a causa de Lázaro muchos de los judíos se apartaban (de los líderes espirituales del Pueblo de Israel) y CREÍAN EN JESÚS.”
Juan 12:11

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