En un principio, el hombre y Dios tenían una relación íntima y personal, una relación de amistad basada en el amor, el hombre aprendía de lo que experimentaba en el Jardín del Edén y después compartía sus experiencias con su Dios cuando caminaban juntos, me imagino a Dios mirando con una sonrisa a Adán y Eva cuando le contaban algo nuevo que habían visto o algo nuevo que habían experimentado, la relación que el hombre y la mujer tenían con su Dios, no estaba basada en leyes, ni en mandamientos, ni en regulaciones, ni en normas, ni en sacrificios . . . estaba basada en la confianza, en el amor, en la libertad, en las transparencia . . . lo único que el hombre NO debía comer era del Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal.
Es triste, pero, hoy en día, de lo que más se predica y se enseña es de lo que Dios prohibió en el Jardín del Edén. ¿Debemos conocer el bien para hacerlo y el mal para evitarlo? Si podemos conocer el bien y lo hacemos ¿Seremos como Dios? Si podemos conocer el mal para evitarlo ¿Estaremos agradando a Dios? El Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal representa la Ley de Moisés porque por medio de la Ley obtenemos el conocimiento del Bien y del Mal.
Si no debemos predicar del Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal, entonces, de qué Árbol debemos predicar . . . ¡DEL ÁRBOL DE LA VIDA: JESUCRISTO! No olvidemos algo muy importante: el Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal mataba a los hombres, mientras que el Árbol de la Vida vivificaba a los hombres. ¿Estamos predicando del Árbol que trae Muerte o del Árbol que trae Vida? Pablo lo dice de una forma muy clara y contundente: “la Letra mata”, la Letra es la Ley y la Ley mata, el hombre participó del Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal y murió, por tanto, nuestro mensaje debe estar basado en el Árbol de la Vida, en Jesucristo, en lo que Él nos enseñó y nos mostró, en lo que Él hizo por nosotros.
Una vez más, ahora podemos caminar con nuestro Dios, podemos conocerle de una forma íntima y personal, podemos experimentar su amor, su gracia y su vida en nuestros corazones, Jesús nos llamó amigos, Jesús nos llamó hermanos, participar de Jesús es volver a caminar en el Jardín del Edén con nuestro Dios disfrutando de su maravillosa compañía y presencia.
Artículos Relacionados