“Curtidas en mil batallas. Vencedoras en las derrotas. Exaltadas cuando han parecido humilladas. Son las más valoradas por Jesús cuando las golpea el menos-precio ignorante.
Mujeres que enarbolan a sus hijos por bandera. Las que decretan el presente y los futuros. Las que merecen honor y honra. Naciones se sostienen en sus hombros y, en numerosas ocasiones, ni se nombran; pero son las dueñas de las coronas y las copas.
Ancianas sabias, jóvenes carismáticas, maduras entrañables, inamovibles en manos humanas, pero muy flexibles para Dios. Indomables, perfectas e imperfectas, puras, ofensivas y defensivas. Valientes, dadivosas, leales y comprometidas.
Todas sus virtudes, su esperanza y fe permanecen inalterables. No importa lo que piensen otras mentes. La verdad de Dios, para estas mujeres, se establece y restablece porque somos hijas de un Rey que no abandona. Ellas, como su Maestro, han sido declaradas Hijas de Dios con poder.”
Amelia Prieto – Una amiga de Dios