Vamos a imaginarnos esta situación:
Vamos conduciendo nuestro coche y un policía nos para por exceso de velocidad, nosotros nos detenemos y le decimos al policía que lo sentimos mucho y que de verdad no era nuestra intención cometer una infracción, el policía en ese momento puede hacer tres cosas:
Primera: JUSTICIA
Nos dice que lo siente, pero que la Ley es la Ley y nadie la puede quebrantar sin sufrir las consecuencias, por tanto, nos pone la multa y nosotros tenemos que pagarla.
Segunda: MISERICORDIA
Nos dice que puede ver que lo sentimos y que por tanto, no nos pondrá la multa.
Tercera: GRACIA
Nos dice que la Ley es la Ley, por eso, nos tiene que poner la multa, PERO añade: “NO te preocupes que la multa, yo la pagaré.”
Ahora yo pregunto a todas y a todos mis amigos:
Esta persona que experimentó la GRACIA, ¿qué hará cuando vaya con su coche por la carretera y vea a ese Policía?
RESPUESTAS:
1. Cometerá de nuevo la misma infracción porque sabe que el policía es bueno y si le pone otra multa, se la volverá a pagar.
2. No volverá a cometer dicha infracción por agradecimiento a ese policía.
Explicación de esta Parábola:
Creo que está claro: Nosotros merecíamos la muerte por quebrantar la Ley, pero Jesús murió por nuestros pecados y pagó la multa completamente, por tanto, ahora vivimos en gratitud y esa gratitud NO me lleva a pecar y a cometer infracciones, esa gratitud me lleva a amarle más y a querer hacer su voluntad en todo momento.
Los que piensan que la gracia nos permite hacer lo que queramos, los que piensan que como vivimos por gracia podemos ahora hacer lo que nos da la gana son hombres impíos, destinados para la condenación que convierten la gracia de nuestro Dios en libertinaje.
“algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo.”
Judas 1:4