Los fariseos afirmaban que Jesús NO vivió según la Ley de Moisés porque Él NO guardaba la Torá Oral conocida como “mandamientos de hombres” y “la tradición de los ancianos”. Por eso, la gran mayoría de los fariseos NO creían que Jesús era el Mesías, ya que NO guardaba lo que ellos enseñaban como Torá (Ley). Para muchos fariseos, Jesús era un pecador.

Lo más curioso es que para deshacerse de Jesús, muchos saduceos, fariseos y escribas estuvieron dispuestos a quebrantar sus propias leyes (la Torá Oral) y la propia Torá Escrita.

“Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir. Entonces muchos de los judíos que habían venido para acompañar a María, y vieron lo que hizo Jesús, creyeron en él. Pero algunos de ellos fueron a los fariseos y les dijeron lo que Jesús había hecho.”
Juan 11:44-46

Jesús resucitó a Lázaro y muchos judíos creyeron en Él, cuando un hombre moría en aquella época era declarado oficialmente muerto a partir del tercer día, Jesús espera tres días para resucitar a Lázaro para que fuese una señal clara de que Él era el Mesías.

Algunos de los judíos fueron a los fariseos para contarles lo que Jesús había hecho pensando que podrían cambiar la opinión que los fariseos tenían de Él, pero los fariseos NO se alegran por todas las señales que hacía Jesús, sino todo lo contario, se dan cuenta que tienen que hacer algo para deshacerse de Él.

Los fariseos y los principales sacerdotes NO se llevaban muy bien, pero en este momento los vemos juntos conspirando para eliminar a Jesús.

“Entonces los principales sacerdotes y los fariseos reunieron el concilio (el sanedrín), y dijeron: ¿Qué haremos? Porque este hombre hace muchas señales. Si le dejamos así, todos creerán en él; y vendrán los romanos, y destruirán nuestro lugar santo y nuestra nación.”
Juan 11:47 y 48

Los líderes espirituales del Pueblo de Israel tenían miedo . . .

1. De que todos creyesen que Jesús era el Mesías prometido, el Rey de Israel. Si el Pueblo de Israel hubiera puesto su fe en Jesús, los fariseos habrían perdido su posición y su autoridad. Por eso, los fariseos y los saduceos querían hacer algo para eliminar a Jesús.

2. De que los romanos destruyesen el Templo y la propia Nación de Israel. Si el Pueblo hubiera creído que Jesús era el Mesías, posiblemente habría pensado que Jesús les daría la libertad que esperaban, posiblemente habrían coronado a Jesús como el Rey de Israel y lógicamente, los romanos NO habrían permitido todo esto. Para los romanos, solamente había un Rey, el César. Los fariseos y los saduceos sabían muy bien las desastrosas consecuencias que podría traer el reconocer que Jesús era el Rey de Israel y el Mesías prometido.

La decisión del Sanedrín la tenemos en el versículo 53:

“Así que, desde aquel día acordaron matarle.”

Como ellos no podían matar a Jesús, el Sanedrín tenía que encontrar una acusación válida para que los romanos pudieran condenar y ejecutar a Jesús. El Sanedrín iba a usar a sus enemigos, los romanos, para deshacerse de Jesús. El Sanedrín contó con Judas como testigo en contra de Jesús. Judas tenía que acusar a Jesús de sedición para que los romanos pudieran tener una razón válida para condenarlo.

“Cuando Jesús terminó todas estas palabras, dijo a sus discípulos: Sabéis que dentro de dos días se celebra la Pascua, y el Hijo del Hombre será entregado para ser crucificado. Entonces los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo se reunieron en el patio del sumo sacerdote llamado Caifás. Y tramaron entre ellos prender a Jesús con engaño y matarle. Pero decían: No durante la fiesta, para que no haya un tumulto en el pueblo.”
Mateo 26:1-5

Jesús profetiza su muerte afirmando que “en dos días” será “entregado para ser crucificado” en la Fiesta de la Pascua, por eso, los ancianos y sacerdotes NO querían entregarlo durante la Fiesta, ¿Por qué? Porque las palabras de Jesús se cumplirían y porque todos los que escuchasen esas palabras, creerían en ÉL y por tanto, podría haber un “tumulto en el pueblo”, pero a pesar de sus intentos para que NO se cumplieran las palabras de Jesús y poder acusarle de ser un falso profeta, todo lo que dijo Jesús, sucedió tal como Él había dicho.

“Entonces uno de los doce, llamado Judas Iscariote, fue a los principales sacerdotes, y dijo: ¿Qué estáis dispuestos a darme para que yo os lo entregue? Y ellos le pesaron treinta piezas de plata. Y desde entonces buscaba una oportunidad para entregarle.”
Mateo 26:14-16

En mi opinión, Judas se ofreció porque creía, que de esta forma, estaba ayudando a Jesús, ¿Cómo? Poniéndole en una situación donde Jesús mostraría que ÉL es el verdadero Mesías, el verdadero Rey de Israel, Judas pensaba que cuando los romanos fuesen a arrestar a Jesús, Él se resistiría, los romanos serían derrotados y comenzaría una “Revolución Mesiánica”. Por eso, cuando Jesús se deja arrestar y NO hace nada, Judas sufre una GRAN decepción, su plan no había salido bien y lo único que había hecho era traicionar a su Maestro y Señor. La Torá dice que cuando un testigo falso acusa a una persona de haber cometido un delito y se descubre que la acusación es falsa, el testigo falso debe sufrir el castigo correspondiente a dicho delito.

“Si algún malvado se presenta como testigo falso contra alguien, y lo acusa de haber cometido un delito, entonces las dos personas en pleito se presentarán ante el Señor y ante los sacerdotes y jueces que en aquellos días estén en funciones. Los jueces examinarán el caso con toda atención, y si resulta falsa la declaración presentada por el testigo contra la otra persona, se le hará sufrir la misma sentencia que él quería para el otro. Así acabarán con la maldad que haya en medio de ustedes. Y cuando los demás lo sepan, tendrán miedo y ya no se atreverán a cometer una acción tan mala. No tengan compasión: cobren vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie.”
Deuteronomio 19:16-21

Cuando le dieron 30 piezas de plata estaban mostrando su desprecio por Jesús y por Judas porque nadie compraba ni vendía nada por dicha cantidad, ya que 30 piezas de plata era el precio de un esclavo muerto según la Torá:

“Si el buey acornea a un siervo o a una sierva, el dueño dará a su amo treinta siclos de plata, y el buey será apedreado.”
Éxodo 21:32

El valor de Jesús para los principales sacerdotes era el valor de un esclavo muerto.

Jesús es “Elohim manifestado en la carne” (I Ti. 3:16) y en Zacarías vemos una profecía mostrándonos el valor que le dieron:

“Si os parece bien, dadme mi salario; y si no, dejadlo. Y pesaron por mi salario treinta piezas de plata. Y me dijo ADONAI: Échalo al tesoro; ¡hermoso precio con que me han apreciado! Y tomé las treinta piezas de plata, y las eché en la casa de ADONAI al tesoro.”
Zacarías 11:12 y 13

Ahora entendemos porque ADONAI dice: ¡hermoso precio con que me han apreciado!, el precio de un esclavo muerto. Jesús tenía el mismo valor que un esclavo muerto a los ojos de estos sacerdotes.

La profecía de Zacarías se cumplió perfectamente como podemos comprobar:

“Entonces Judas, el que le había entregado, viendo que era condenado, devolvió arrepentido las treinta piezas de plata a los principales sacerdotes y a los ancianos, diciendo: Yo he pecado entregando sangre inocente. Mas ellos dijeron: ¿Qué nos importa a nosotros? ¡Allá tú! Y arrojando las piezas de plata en el templo, salió, y fue y se ahorcó. Los principales sacerdotes, tomando las piezas de plata, dijeron: No es lícito echarlas en el tesoro de las ofrendas, porque es precio de sangre. Y después de consultar, compraron con ellas el campo del alfarero, para sepultura de los extranjeros. Por lo cual aquel campo se llama hasta el día de hoy: Campo de sangre. Así se cumplió lo dicho por el profeta Jeremías, cuando dijo: Y tomaron las treinta piezas de plata, precio del apreciado, según precio puesto por los hijos de Israel; y las dieron para el campo del alfarero, como me ordenó el Señor.”
Mateo 27:3-10

Si has leído todo el pasaje citado, te habrás dado cuenta que Mateo dice que la profecía fue dada por Jeremías, ¿Qué sucede aquí? He buscado y he encontrado tres soluciones válidas:

- Los escribas escribían varios profetas en un mismo manuscrito y le daban el nombre al Rollo del primer profeta que aparecía en dicho manuscrito, en este caso, el profeta Jeremías. Por tanto, cuando Mateo cita el profeta Jeremías, en realidad, estaba citando el manuscrito y no al propio Jeremías.

- Que los traductores cometiesen un error de traducción cuando tradujeron del hebreo al griego. Muchos eruditos afirman que el evangelio de Mateo fue escrito en hebreo (algunos afirman que fue escrito en arameo), por eso, es normal que algo así haya podido suceder. Mateo pondría “Zacarías”, pero los traductores por error escribieron “Jeremías”.

- Que Mateo en el original hebreo dijera “así se cumplió lo dicho por el profeta” sin añadir ningún nombre, pero posteriormente en su traducción al griego, el traductor añadió el nombre del profeta, pero se equivocó. En la versión aramea del Nuevo Testamento llamada Peshitta NO se menciona ningún nombre como podemos ver:

“Entonces se cumplió lo que fue hablado por el profeta que dijo . . .”
Mateo 27:9

Volvamos al tema que estamos tocando en este estudio . . .

“Habiendo dicho Jesús esto, se conmovió en espíritu, y declaró y dijo: De cierto, de cierto os digo, que uno de vosotros me va a entregar. Entonces los discípulos se miraban unos a otros, dudando de quién hablaba. Y uno de sus discípulos, al cual Jesús amaba, estaba recostado al lado de Jesús. A éste, pues, hizo señas Simón Pedro, para que preguntase quién era aquel de quien hablaba. El entonces, recostado cerca del pecho de Jesús, le dijo: Señor, ¿quién es? Respondió Jesús: A quien yo diere el pan mojado, aquél es. Y mojando el pan, lo dio a Judas Iscariote hijo de Simón. Y después del bocado, Satanás entró en él. Entonces Jesús le dijo: Lo que vas a hacer, hazlo más pronto. Pero ninguno de los que estaban a la mesa entendió por qué le dijo esto. Porque algunos pensaban, puesto que Judas tenía la bolsa, que Jesús le decía: Compra lo que necesitamos para la fiesta; o que diese algo a los pobres. Cuando él, pues, hubo tomado el bocado, luego salió; y era ya de noche.”
Juan 13:21-30

Cuando Jesús declara que uno de sus discípulos va a entregarle, ninguno de los discípulos sabía nada. Los discípulos no podían entender de lo que hablaba Jesús o no lo podían creer, pero Judas sabía muy bien que el Maestro hablaba de él. Judas tiene que darse prisa porque Jesús sabía todo lo que pensaba hacer, por tanto, ahora vemos que todo tiene que ir rápido y ni los ancianos, ni los sacerdotes estaban preparados.

En este instante, Judas tuvo que ir como testigo a los romanos y acusar a Jesús de sedición. Leamos el arresto de Jesús:

“Habiendo dicho Jesús estas cosas, salió con sus discípulos al otro lado del torrente de Cedrón, donde había un huerto, en el cual entró con sus discípulos. Y también Judas, el que le entregaba, conocía aquel lugar, porque muchas veces Jesús se había reunido allí con sus discípulos. Judas, pues, tomando una compañía de soldados, y alguaciles de los principales sacerdotes y de los fariseos, fue allí con linternas y antorchas, y con armas. Pero Jesús, sabiendo todas las cosas que le habían de sobrevenir, se adelantó y les dijo: ¿A quién buscáis? Le respondieron: A Jesús nazareno. Jesús les dijo: Yo soy. Y estaba también con ellos Judas, el que le entregaba. Cuando les dijo: Yo soy, retrocedieron, y cayeron a tierra. Volvió, pues, a preguntarles: ¿A quién buscáis? Y ellos dijeron: A Jesús nazareno. Respondió Jesús: Os he dicho que yo soy; pues si me buscáis a mí, dejad ir a éstos; para que se cumpliese aquello que había dicho: De los que me diste, no perdí ninguno.”
Juan 18:1-9

Una compañía de soldados solía tener entre 300 y 600 soldados armados, este arresto sería algo tremendo. Otra cosa que llama la atención es que el arresto se produce por la noche, ya que llevaban linternas y antorchas, el arresto de noche estaba prohibido por las leyes del Sanedrín porque no podía haber arrestos secretos. Los fariseos y los principales sacerdotes quebrantaron sus propias leyes.

Cuando Jesús dice que “Yo soy” algo sobrenatural sucede, unos 600 soldados armados cayeron al suelo. Cuando Jesús dijo “Yo soy” estaba declarando que Él era el Mesías, que Él era Elohim manifestado en la carne. ¡Solamente con las palabras, Jesús hizo que todos retrocedieran y cayesen! Cuando Jesús les dice a los soldados que dejaran ir a sus discípulos, no lo dudarían después de experimentar el poder sobrenatural de Jesús.

Antes de iniciar la conversación con Jesús, Judas tuvo que besar a su Maestro para identificarlo, pero dar un beso al Maestro era algo normal en la época de Jesús, era una muestra de amor y respeto, entonces ¿qué sucedió en realidad? Veamos una traducción que refleja muy bien lo que dice en griego:

“E inmediatamente se acercó a Jesús y dijo: ¡Salve, Rabí! Y le cubrió de besos.”
Mateo 26:49
1889 Darby Bible

Judas no le dio un beso a Jesús, le cubrió de besos, no paraba de besarle, Judas estaba emocionado por lo que, según él, iba a acontecer, Judas le estaba intentando dar su apoyo, le estaba animando para la gran batalla que venía. Sin embargo, NO hubo batalla, no hubo revolución y Judas se dio cuenta que no sirvió de nada lo que había hecho al traicionar a su Maestro.

“Pero uno de los que estaban con Jesús, extendiendo la mano, sacó su espada, e hiriendo a un siervo del sumo sacerdote, le quitó la oreja. Entonces Jesús le dijo: Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomen espada, a espada perecerán. ¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles? ¿Pero cómo entonces se cumplirían las Escrituras, de que es necesario que así se haga? En aquella hora dijo Jesús a la gente: ¿Como contra un ladrón habéis salido con espadas y con palos para prenderme? Cada día me sentaba con vosotros enseñando en el templo, y no me prendisteis. Mas todo esto sucede, para que se cumplan las Escrituras de los profetas. Entonces todos los discípulos, dejándole, huyeron.”
Mateo 26:51-56

Aunque Mateo no menciona el nombre de este “valiente” que cortó la oreja al siervo del sumo sacerdote, este hombre era Pedro (Jn. 18:10), Pedro pensó que otros le seguirían, pero Jesús le ordenó que guardase su espada. ¿Por qué le cortó la oreja? Aquí tengo dos respuestas:

1. Porque cuando este siervo, llamado Malco (Jn. 18:10), vio a Pedro abalanzándose con la espada, salió corriendo y la oreja fue lo primero que pilló.

2. Porque Pedro quería dejarle a este siervo sin la posibilidad de que llegase a ser un sacerdote y pudiese servir en el Templo ya que los sacerdotes NO podían tener defectos físicos (Lv. 21:18-21).

Ya sea por una cosa o por otra, lo importante es que Jesús sanó a Malco y Pedro no fue detenido. Por cierto, en realidad NO era una espada lo que llevaba Pedro, era un cuchillo especial para sacrificios, en este caso, fue usado para el sacrificio del cordero de la Pascua (Pedro y Juan fueron elegidos por el mismo Jesús para que preparasen la cena de la Pascua – Lucas 22:8).

“Y Jesús dijo a los principales sacerdotes, a los jefes de la guardia del templo y a los ancianos, que habían venido contra él: ¿Como contra un ladrón habéis salido con espadas y palos?”
Lucas 22:52

Lucas afirma que los principales sacerdotes también estaban presentes en el arresto de Jesús, esto iba en contra de las leyes del Sanedrín porque eran los sacerdotes los que iban a juzgar a Jesús y si los principales sacerdotes están presentes y participan en el arresto, están declarando que Él es culpable antes del juicio.

Cuando Judas se da cuenta de que Jesús no iba a cumplir sus expectativas, decide NO seguir involucrado en todo este asunto y los romanos se quedan sin el testigo principal en contra de Jesús.

“Entonces la compañía de soldados, el tribuno y los alguaciles de los judíos, prendieron a Jesús y le ataron, y le llevaron primeramente a Anás; porque era suegro de Caifás, que era sumo sacerdote aquel año. Era Caifás el que había dado el consejo a los judíos, de que convenía que un solo hombre muriese por el pueblo.”
Juan 18:12-14

Los romanos llevan a Jesús primeramente al suegro del sumo sacerdote . . . ¿Por qué? . . .

- Puede ser porque Anás tenía más sabiduría y experiencia que Caifás. Anás era el suegro de Caifás y tendría unos 80 años.

- Puede ser porque estos romanos confiaban más en Anás que en Caifás.

- Puede ser porque el mismo Anás solicitase que Jesús fuese primero a su casa.

Está claro que Anás NO tenía autoridad porque no tenía el apoyo de Roma, de hecho, fue Roma la que quitó a Anás de su posición y puso a Caifás en su lugar, el Pueblo de Israel no vería esto con buenos ojos porque el Sumo sacerdote es Sumo sacerdote hasta que muere. Algunos piensan que a los ojos de Israel, Anás seguía siendo el verdadero y legítimo Sumo sacerdote.

Anás pregunta por sus discípulos porque quería saber el alcance de influencia que podía tener Jesús.

“Y el sumo sacerdote preguntó a Jesús acerca de sus discípulos y de su doctrina. Jesús le respondió: Yo públicamente he hablado al mundo; siempre he enseñado en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y nada he hablado en oculto. ¿Por qué me preguntas a mí? Pregunta a los que han oído, qué les haya yo hablado; he aquí, ellos saben lo que yo he dicho. Cuando Jesús hubo dicho esto, uno de los alguaciles, que estaba allí, le dio una bofetada, diciendo: ¿Así respondes al sumo sacerdote? Jesús le respondió: Si he hablado mal, testifica en qué está el mal; y si bien, ¿por qué me golpeas? Anás entonces le envió atado a Caifás, el sumo sacerdote.”
Juan 18:19-24

Como Judas había desaparecido, no tenían a nadie que testificase contra Jesús, por eso, Anás tiene que preguntar al propio Jesús, lógicamente Jesús no iba a testificar contra sí mismo, al responder a Anás de esa forma, le estaba diciendo: “encuentra a los testigos de lo que yo he estado enseñando, ellos te responderán”, es decir, es tu obligación buscar a los testigos.

Las leyes del Sanedrín prohibían que se maltratase a los acusados, en este momento, una vez más, vemos como estas leyes se quebrantan, cuando uno de los alguaciles le da una bofetada. Este alguacil le dio una bofetada a Jesús porque su respuesta había tenido que mostrar que el Sumo sacerdote no estaba actuando bien, cuando la verdad habla, la única forma de intentar acallarla es a través de los gritos y las bofetadas.

Por tanto, tenemos un arresto de noche, con la presencia de los principales sacerdotes, sin un testigo que pueda acusar a Jesús, en casa de Anás (suegro del sumo sacerdote, Caifás) y el acusado está siendo humillado y maltratado . . . todo esto que estaba sucediendo iba en contra de las leyes del Sanedrín, leyes que ellos habían establecido.

Anás, avergonzado por las palabras de Jesús, ordena enviar a Jesús a la casa de Caifás. Anás NO tenía la autoridad en Israel para poder soltar a Jesús, por eso, se lo quita de en medio enviándole al sumo sacerdote que los romanos habían puesto en esa posición, Caifás.

“Los que prendieron a Jesús le llevaron al sumo sacerdote Caifás, adonde estaban reunidos los escribas y los ancianos.”
Mateo 26:57

¿Qué hacían los escribas y los ancianos en casa de Caifás a esas horas de la noche? Estaban conspirando en las sombras.

Caifás era reconocido por los romanos como la persona con autoridad, Caifás era el Presidente del Sanedrín. El Sanedrín estaba compuesto de fariseos, saduceos y escribas. Cuando se celebraba un juicio debía ser público, no se podía celebrar en secreto, en el caso de Jesús, también se quebrantó esta ley.

“Los que prendieron a Jesús le llevaron al sumo sacerdote Caifás, adonde estaban reunidos los escribas y los ancianos. Mas Pedro le seguía de lejos hasta el patio del sumo sacerdote; y entrando, se sentó con los alguaciles, para ver el fin. Y los principales sacerdotes y los ancianos y todo el concilio (sanedrín), buscaban falso testimonio contra Jesús, para entregarle a la muerte, y no lo hallaron, aunque muchos testigos falsos se presentaban. Pero al fin vinieron dos testigos falsos . . .”
Mateo 26:57-60

Aquí vemos como todo el Sanedrín buscaba testigos falsos para poder acusar y condenar a Jesús, esto no solamente quebrantaba las leyes del Sanedrín, también quebrantaba la Torá de Moisés.

Muchos testigos falsos se presentaban para dar falso testimonio, pero el problema es que no se ponían de acuerdo, al final, encontraron a dos que se pusieron de acuerdo en su testimonio, PERO NO estaban de acuerdo en los detalles, por tanto, estos testigos NO eran válidos según las leyes del Sanedrín.

“Pero al fin vinieron dos testigos falsos, que dijeron: Este dijo: Puedo derribar el templo de Dios, y en tres días reedificarlo.”
Mateo 26:60 y 61

Tenemos este incidente en el evangelio de Marcos con más detalles:

“Y los principales sacerdotes y todo el concilio (sanedrín) buscaban testimonio contra Jesús, para entregarle a la muerte; pero no lo hallaban. Porque muchos decían falso testimonio contra él, mas sus testimonios no concordaban. Entonces levantándose unos, dieron falso testimonio contra él, diciendo: Nosotros le hemos oído decir: Yo derribaré este templo hecho a mano, y en tres días edificaré otro hecho sin mano. Pero ni aun así concordaban en el testimonio.”
Marcos 14:55-59

Estos testigos NO concordaban en su testimonio contra Jesús, un testigo afirmaba que Jesús había dicho “Puedo derribar el templo de Dios, y en tres días reedificarlo” y el otro testigo decía que Jesús había dicho “Yo derribaré este templo hecho a mano, y en tres días edificaré otro”, por tanto, el Sanedrín NO tenía nada para acusar a Jesús ya que los testigos NO se ponían de acuerdo. Esta fue otra ley que quebrantaron.

Lo curioso es que lo que afirmaban los testigos falsos NO era motivo para condenar a Jesús, solamente por decir lo que uno puede hacer, no significa que lo vaya a hacer y además, lo que Jesús dijo exactamente fue:

“Destruid este templo, y en tres días lo levantaré. Entonces los judíos dijeron: En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y tú lo levantarás en tres días? Pero Él hablaba del templo de su cuerpo.”
Juan 2:19-21

Debemos reconocer que el Sanedrín NO estaba preparado para este juicio, Jesús fue el que puso toda esta conspiración en marcha cuando declaró en la cena que Judas le iba a entregar. Los fariseos querían haber esperado más tiempo para que las palabras de Jesús NO se cumplieran, ellos querían hacerlo después de la Fiesta de la Pascua, pero al final, tuvieron que hacerlo todo rápidamente y en la Pascua.

Cuando un acusado NO tenía a nadie que hablase a su favor, tenían que soltarle porque las leyes del Sanedrín afirmaban que en tales casos se trataría de algún tipo de conspiración. Jesús NO tuvo a nadie que le defendiera.

“Y levantándose el sumo sacerdote, le dijo: ¿No respondes nada? ¿Qué testifican éstos contra ti? Mas Jesús callaba.”
Mateo 26:62 y 63a

En un juicio, según las leyes del Sanedrín, el acusado tenía que defenderse antes de ser acusado por los testigos, en este caso, el Sumo sacerdote oye a los testigos que acusaban a Jesús primero, por tanto, el sumo sacerdote quebrantó otra ley.

Como podemos ver, las leyes del Sanedrín eran justas, de hecho, si había alguna duda en un juicio acerca de la persona juzgada, el Sanedrín prefería que un culpable estuviese en libertad antes de que un inocente pudiese ser castigado.

“Entonces el sumo sacerdote le dijo: Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si eres tú el Cristo, el Hijo de Dios. Jesús le dijo: Tú lo has dicho; y además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo.”
Mateo 26:63-64

Jesús declara que Él es el Mesías, pero esto es lo que ya había declarado en más ocasiones.

“Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo: ¡Ha blasfemado! ¿Qué más necesidad tenemos de testigos? He aquí, ahora mismo habéis oído su blasfemia.”
Mateo 26:65

El sumo sacerdote hizo algo que la Torá de Moisés prohibía: rasgarse sus vestiduras. Rasgarse las vestiduras mostraba emociones, y un sumo sacerdote NO podía tomar una decisión basada en sus emociones, la verdad no tiene nada que ver con lo que podamos sentir. Por eso, la Torá prohibía que el sumo sacerdote se rasgase sus vestiduras.

“Y el sumo sacerdote entre sus hermanos, sobre cuya cabeza fue derramado el aceite de la unción, y que fue consagrado para llevar las vestiduras, no descubrirá su cabeza, ni rasgará sus vestidos . . .”
Levítico 21:10

El sumo sacerdote también se equivoca porque según las leyes del Sanedrín, nadie podía testificar contra sí mismo, ya que alguien podría confesar ser el autor de un delito para proteger a otra persona, por eso, el propio testimonio de la persona acusada NO era válido para condenarla.

Otra cosa que el sumo sacerdote hizo mal es que, según las leyes del Sanedrín, ningún juez podía iniciar una acusación, si un juez iniciaba una acusación dicho juez debía quitarse como parte del Sanedrín que juzgaría al acusado.

“¿Qué os parece? Y respondiendo ellos, dijeron: ¡Es reo de muerte!”
Mateo 26:66

En este caso vemos como todos afirman que Jesús era reo de muerte basados en la acusación del sumo sacerdote, esto también quebrantaba sus propias leyes, porque no se podía dar un veredicto hasta que pasasen 24 horas. Cuando todos dicen que es reo de muerte, están haciendo dos cosas: declarándole culpable y poniéndole el castigo. Entre el veredicto y el castigo debía haber 72 horas para que los jueces pudiesen reflexionar en su voto y por si aparecía un testigo que pudiese aportar nuevas pruebas o una nueva información.

Cuando todos los presentes en la casa de Caifás declaran que es reo de muerte, en ese instante, debían haberle declarado inocente porque según las leyes del Sanedrín era imposible que todos los miembros del Sanedrín estuviesen de acuerdo en un asunto y si estaban de acuerdo, entonces se estaba produciendo algún tipo de conspiración.

“Entonces le escupieron en el rostro, y le dieron de puñetazos, y otros le abofeteaban,”
Mateo 26:67

Ninguna Ley permitía: dar puñetazos, abofetear e insultar. En este caso ninguno de los sacerdotes detuvo estas infracciones.

Todo esto sucedió por la noche porque muchos del Pueblo de Israel NO habrían aprobado todo esto. Muchos amaban a Jesús y le seguían, de hecho, Nicodemo (rabino fariseo y miembro del Sanedrín – Jn. 3:1) y José de Arimatea (miembro prominente del Sanedrín – Mc. 15:43) no habrían estado presentes en este juicio de Jesús porque se habrían opuesto a las falsas acusaciones. Por eso, todo esto sucedía en casa de Caifás, por la noche y rápidamente.

Por la mañana temprano tenemos un tercer juicio, un juicio distinto, un juicio, esta vez, de día:

“Cuando se hizo de día, se reunió el concilio (sanedrín) de los ancianos del pueblo, tanto los principales sacerdotes como los escribas, y llevaron a Jesús ante su concilio (sanedrín), diciendo: Si tú eres el Cristo, dínoslo. Pero Él les dijo: Si os lo digo, no creeréis; y si os pregunto, no responderéis. Pero de ahora en adelante, EL HIJO DEL HOMBRE ESTARA SENTADO A LA DIESTRA del poder DE DIOS. Dijeron todos: Entonces, ¿tú eres el Hijo de Dios? Y Él les respondió: Vosotros decís que yo soy. Y ellos dijeron: ¿Qué necesidad tenemos ya de testimonio? Pues nosotros mismos lo hemos oído de su propia boca.”
Lucas 22:66-71

En este tercer juicio tenemos a todo el Sanedrín reunido, este juicio sí podemos considerarlo “oficial”, el Sanedrín estaba compuesto de:

  • Presidente del Sanedrín (el Sumo sacerdote)
  • Vicepresidente
  • 23 Principales sacerdotes (saduceos)
  • 23 ancianos (nobles y aristócratas del Pueblo, mayoritariamente saduceos)
  • 23 escribas (mayoritariamente fariseos)

En esta ocasión, Nicodemo y José de Arimatea estaban presentes y ambos se encontraban en una situación muy complicada: Sabiendo que si todos declaran culpable a Jesús, por la ley del Sanedrín, debe ser puesto en libertad, ¿qué harían? Si su voto es que Jesús es culpable, puede haber una posibilidad de que todos voten de la misma forma, y entonces, Jesús quedaría libre, pero si su voto es que Jesús es inocente, entonces, Jesús NO sería absuelto porque, posiblemente, nadie más votaría a su favor. No lo tuvieron fácil, pero personalmente, creo que al final, el voto de los dos fue que Jesús era inocente. Tenemos un versículo que nos dice que José NO estaba de acuerdo con lo que hicieron a Jesús ni con la decisión que tomó el Sanedrín:

“Había un varón llamado José, de Arimatea, ciudad de Judea, el cual era miembro del concilio (sanedrín), varón bueno y justo. Este, que también esperaba el reino de Dios, y NO había consentido en el acuerdo ni en los hechos de ellos . . .”
Lucas 23:50 y 51

Nicodemo y José de Arimatea amaban a Jesús, lo que no se atrevieron a hacer antes de su muerte, lo hicieron después: mostraron abiertamente su amor y su aprecio por Jesús honrándole en su muerte, dándole una sepultura digna y evitando que echasen su cuerpo en una fosa común para criminales. Le quitaron los clavos y la corona de espinas, le bajaron de la cruz con mucho cuidado, le lavaron su cuerpo ensangrentado, le ungieron con especias aromáticas, le envolvieron en un lienzo, le pusieron en un sepulcro nuevo labrado en una roca (perteneciente a José de Arimatea - Mt. 27:60) y taparon el sepulcro con una gran piedra. Todo esto lo hicieron sin esperar nada a cambio, esto es AMOR.

“Después de todo esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero secretamente por miedo de los judíos, rogó a Pilato que le permitiese llevarse el cuerpo de Jesús; y Pilato se lo concedió. Entonces vino, y se llevó el cuerpo de Jesús. También Nicodemo, el que antes había visitado a Jesús de noche, vino trayendo un compuesto de mirra y de áloes, como cien libras. Tomaron, pues, el cuerpo de Jesús, y lo envolvieron en lienzos con especias aromáticas, según es costumbre sepultar entre los judíos. Y en el lugar donde había sido crucificado, había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el cual aún no había sido puesto ninguno. Allí, pues, por causa de la preparación de la pascua de los judíos, y porque aquel sepulcro estaba cerca, pusieron a Jesús.”
Juan 19:38-42

Aunque Jesús fue acusado de blasfemia, cuando lo presentan a Pilato no pueden acusarle de blasfemia porque la blasfemia tenía que ver con las leyes judías, por tanto, tienen que acusarle diciendo . . .

“Hemos hallado que éste pervierte a nuestra nación, prohibiendo pagar impuesto al César, y diciendo que El mismo es Cristo, un Rey . . . El alborota al pueblo, enseñando por toda Judea, comenzando desde Galilea hasta aquí.”
Lucas 23:2 y 5

Para terminar este estudio me gustaría que recordásemos las palabras de Caifás:

“nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca.”
Juan 11:50

El apóstol Juan afirma que Caifás estaba profetizando cuando dijo esto.

“Esto no lo dijo por sí mismo, sino que como era el sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación; y no solamente por la nación, sino también para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos.”
Juan 11:51 y 52

Juan añade que NO solamente por la nación de Israel iba a morir Jesús, sino también por todos los hijos de Dios que saldrían de todas las naciones.

La voluntad de la gran mayoría de los líderes religiosos era dar muerte a Jesús y la voluntad del Padre era TAMBIÉN que Jesús muriera, pero el motivo del Padre era muy diferente al motivo de los líderes religiosos, el Padre quería que Jesús muriera para salvar a toda la humanidad y poder traer perdón y vida a nuestros corazones. Jesús vino como cordero de Dios, vino a morir para llevar y quitar nuestro pecado y para que pudiésemos ser llamados Hijos de Dios.

La gran mayoría de los líderes religiosos estaban ciegos, estaban perdidos, conocían la Ley, pero NO conocían al Dios de la Ley, conocían los mandamientos, pero NO los guardaban, estos líderes religiosos NO tenían el amor, ni la vida de Dios en sus corazones, solamente fueron . . . conspiradores en las sombras.

“¿Quién ha creído a nuestro anuncio? ¿y sobre quién se ha manifestado el brazo del SEÑOR? Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos. Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas EL SEÑOR cargó en él el pecado de todos nosotros. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca. Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido.”
Isaías 53:1-8

“Y le preguntarán: ¿Qué heridas son estas en tus manos? Y él responderá: Con ellas fui herido en casa de mis amigos.”
Zacarías 13:6

“Y derramaré sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén, el Espíritu de gracia y de súplica, y me mirarán a mí, a quien han traspasado. Y se lamentarán por El, como quien se lamenta por un hijo único, y llorarán por El, como se llora por un primogénito.”
Zacarías 12:10